viernes, 6 de julio de 2012

Declaración de la Independencia en Tucumán. 9 de julio de 1816.

Editado por: Revista

La Iglesia Católica en el Congreso de 1816

Sacerdotes en el Congreso de la Independencia
1.- Sacerdotes en el Congreso de la Independencia

    Muchas discusiones de marcado tinte ideológico pretenden denostar la presencia y la acción de la Iglesia Católica en tierras americanas, desconociendo abiertamente el papel protagónico que tuvo a lo largo de su historia.

     Muchas  discusiones  de  marcado tinte  ideológico  pretenden  denostar  la  presencia  y  la  acción de la Iglesia Católica en tierras americanas, desconociendo abiertamente el papel protagónico que tuvo a lo largo de su historia y de su desarrollo en los últimos cinco siglos.

   Quienes remarcan la “invasión” cultural y religiosa, se olvidan que desde las instituciones de la Iglesia surgieron los mas fervientes defensores de los derechos indígenas y los mas fervorosos promotores de de los valores culturales autóctonos. Quien pretenda negarlo, que estudie la obra del prestigioso dominico Bartolomé de las Casas, los imponderables aportes al derecho internacional de de las personas de Fray Francisco de Vitoria o la labor cultural de los Jesuitas a lo largo de todo el territorio americano. 
     Los Jesuitas, no fueron expulsados precisamente por los aborígenes americanos con quienes desarrollaron una cultura verdaderamente floreciente, sino por los mismos europeos -el Rey Carlos III- que veían en ellos opositores políticos con demasiada fuerza a favor de los aborígenes, “indios”. ¿Cómo se hubiera desarrollado el desembarco de españoles, portugueses, ingleses y demás europeos, si no hubieran venido con ellos sacerdotes monjes, religiosos y pastores?


2.- La Iglesia en el Congreso de Tucumán
     Llegados a los 520 años
del desembarco de los españoles en tierras americanas, a las fechas del Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810, de la Cración de la Bandera 1812, de la Asamblea del año 1813 y  de la Independencia de nuestra Nación, 1816,  cabe preguntarnos qué influencia desempeñó la Iglesia Católica en el desarrollo y en la consolidación de nuestros pueblos.

    En casi todas las Declaraciones de Independencia de las Naciones Latinoaméricanas la Iglesia Católica tuvo un desempaño de vital importancia, tal como sucedió en la Independencia Argentina, tema que nos ocupa en este momento. Los sacerdotes y religiosos de esa época eran no solo depositarios de un importante reservorio cultural, sino también activos gestores de la política y la organización social, las escuelas de primeras letras y las instituciones de formación de los ciudadanos se creaban a la sombra de las catedrales y de las escuelas parroquiales. No menor era la participación de los presbíteros y religiosos en la discusión política de la época, lo que se vió claramente reflejado en la Convocatoria al Congreso de Tucumán para el año 1816.

    Curiosamente y defensores de un espíritu acendradamente federal, eran 20 los sacerdotes y religiosos católicos elegidos por las provincias para representarlas en este magno acontecimiento cuna y génesis de nuestra Nación y de nuestra autonomía institucional. De estos veinte representantes de las Provincias provenientes del fuero eclesial, doce estuvieron presentes en la asamblea del 9 de Julio y llegaros a firmar el acta correspondiente.

   De hecho, además, una vez que habían sido elegidos los representantes se congregaron para las primeras reuniones preparatorias el 24 de marzo de 1816 y comenzaron las sesiones implorando la asistencia del Espíritu Santo en el templo de San Francisco.

   En el marco de esa convocatoria y para aunar las mayores fuerzas posibles los representantes de la Iglesia iniciaron una fuerte gestión diplomática (hoy diríamos lisa y llanamente “lobby”!!) y así fue como el diputado electo Presbítero Pedro Ignacio de Castro Barros fue enviado a Salta para sumar a la gesta al Gral. Don Martín Miguel de Guemes, en pos de la unidad de la Patria. Otro sacerdote electo diputado, el Pbro. Miguel Calixto del Corro marchó desde Tucumán para convencer y sumar a la gesta nacional al Caudillo de la banda Oriental del Uruguay, José Gervasio Artigas. Esta gestión le privó a Del Corro estar presente para la firma del Acta de la Independencia. 
    Una vez constituido el Congreso el pueblo aclamaba a los diputados que reunidos en San Francisco escuchaban la prédica, la oración y el Te Deum Laudamus del Diputado, también sacerdote, Manuel Antonio de Acevedo. 
   En la sesión del 10 de Mayo de 1816 fue elegido prosecretario el presbítero José Antonio Molina y en la sesión del 29 del mismo mes entre los asuntos prioritarios del Congreso se decidió enviar a Roma a una delegación de diputados sacerdotes y letrados para el arreglo de las cuestiones de la Independencia en materia eclesiástica y de religión, también para lograr el reconocimiento de la Nación por parte del Vaticano, pieza diplomática  fundamental y de las otras potencias europeas.


3.- Los Diputados Sacerdotes
    El acto central y mas trascendental de este Congreso se realizó el 9 de Julio de 1816 con el Acta de Declaración de la Independencia que fue firmada por 19 representantes de las Provincias unidas por la Independencia de Sudamérica y de los cuales firmantes 12 eran sacerdotes o religiosos católicos. Por la Provincia de Tucumán firmaron dos sacerdotes.

    Hubo además otros sacerdotes que fueron electos diputados al Congreso de Tucumán, pero que por diversas razones no estaban presentes el 9 de Julio para la firma del Acta de la Independencia, el Diputado por Córdoba, Pbro. Miguel Calixto del Corro se encontraba en misión diplomática en la actual República Oriental del Uruguay. El Diputado por Charcas (Provincia del Alto Perú) Felipe Antonio de Iriarte quien se incorporó al Congreso pocos días después, al igual que el representante de Santa Fe, Pbro. Pedro José Crespo. Por la provincia de Jujuy José Miguel de Zegada y por la Provincia de Buenos Aires (los últimos en incorporarse) Diego Estanislao Zavaleta y Mariano Perdriel.

    Finalmente y para documentar el profundo sentido religioso, patrio y latinoamericanista que animaba a los congresales, el dominico sanjuanino Fray Justo Santa María de Oro solicitó a la Santa Sede que se proclamara patrona de la Independencia nacional a la santa peruana, Santa Rosa de Lima, petición que fue oportunamente aprobada por el Sumo Pontífice.


4.- Conclusión
    Como toda Institución humana la Iglesia Católica tiene y arrastra muchos defectos a lo largo de la historia, pero concretó también significativos aportes a la humanidad y a cada uno de los pueblos en donde se ha hecho presente. La abolición de la esclavitud, la alfabetizacion de millones de personas, el cuidado y el respeto por la vida, el compromiso con los pobres, enfermos, ancianos y los más necesitados, misioneros organizadores de pueblos, de producción agrícola y ganadera, primeras imprentas, observatorios astronómicos, logros que nadie le podrá negar, a menos que se base en la ignorancia.

    En la creación misma y fundamentación de nuestra Nación, pasa lo mismo: es innegable la Iglesia con sus sacerdotes y con sus bases, ha sido una de las principales defensoras y “fogoneras” de la Declaración de la Independencia, inclaudicable defensora de la libertad de los pueblos. En gran parte gracias a ella, hoy podemos hablar en democracia de una patria libre y soberana. 
      ¡Viva la patria!.

     5.- Firmantes de la Declaración de la Independencia.

       El Acta de la Declaración de la Independencia fue redactada en idioma español y en Quechua.

      El Presidente de turno: Francisco Narciso de Laprida, representante por San Juan. El Vicepresidente: Mariano Boedo, representante por Salta
       Diputados:
       Salta . Dr. José Ignacio de Gorriti.
       San Juan:  Fray Justo Santa María de Oro.
        Estuvieron imposibilitados de presentarse cuatro diputados:
           El coronel José Moldes (Salta), se encontraba detenido en Salta; El coronel Juan José Feliciano Fernández Campero (Chichas),  estaba al mando de tropas en el frente de combate; El presbítero Miguel Calixto del Corro (Córdoba), estaba realizando una misión diplomática ante José Artigas. El diputado Juan Martín de Pueyrredón (San Luis), había viajado a Buenos Aires para asumir el cargo de Director Supremo
     Los firmantes sacerdotes:
    • Catamarca: los presbíteros Manuel Antonio de Acevedo y José Eusebio Columbres (Luego Obispo de Tucumán y pionero del Azúcar).
     • la Rioja: el presbítero Pedro Ignacio de Castro Barros.
    • Buenos Aires: el presbítero Antonio Sáenz y el franciscano Fray Cayetano Rodríguez OFM.
     • Tucumán: los presbíteros Pedro José Miguel Araoz y José Ignacio Thames.
    •  Santiago del Estero: Los presbíteros Pedro León Gallo y Pedro Francisco Uriarte.
    •  San Juan: el dominico Fray Justo Santa maría de Oro O.P.
    • Chuquisaca (Alto Perú): el presbítero Mariano Sánchez de Loria.
    • Chichas (Alto Perú): el presbítero José Andrés Pacheco de Melo.
   6. Bibliografia:
       Furlong, Guillermo, S.J.. Historia de la Iglesia en la Argentina. 1970 Buenos Aires.
       Bruno, Cayetano. SDB. Historia de la Iglesia en la Argenitna. 1980. Buenos Aires.
       Bruno, Cayetano. SDB. Próceres Argentinos. 1980. Buenos Aires. 
       

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